Caminatas · P.N. El Estrecho

Bajamar en Bolonia


Desde 1992, la luna, nuestro satélite del amor parafraseando a Lou Reed, no estaba tan cerca de la Tierra. Veinte años ya que nuestra hermana pequeña no se nos arrimaba tanto. Este es el ciclo, al parecer, que marca la aparición de «supermareas«, como la que se supone revolucionó a los andaluces de la vertiente atlántica este sábado pasado, día de San José.

Como uno más de esos andaluces inquietos y curiosos elegí esa jornada para una caminata, casi paseo, familiar. El lugar: Bolonia, para mí y que me perdonen todos esos andaluces atlánticos, una de las playas más bonitas. Son ya muchos los veranos disfrutando de su arena dorada, sus aguas turquesas y su levante… puñetero, a veces, para qué nos vamos a engañar. Total, que allá nos fuimos mi mujer y mis dos niñas a contemplar, según vaticinaban todos los medios, una de las mayores mareas de las que se tiene noticia desde que se toman mediciones. Quién más o quién menos tenía sus ilusiones, unos mariscar o pescar, otros pasear por lugares adonde antes sólo se llegaba nadando; yo humildemente sólo esperaba ver resurgir frente a la playa el antiguo puerto romano de Baelo Claudia.

Pongo abajo una panorámica aérea de la zona y de la caminata en cuestión. Dudo mucho de que exista en la faz de la tierra alguien que no conozca la playa de Bolonia, pero por si acaso.

La primera bajamar se preveía para el sábado a las 8:45, y la segunda pleamar a las 14:10. A mí me tiraba más ver Bolonia con la marea baja, o «superbaja», claro. Sin embargo, y todo aquel que tenga niños me dará la razón,  nos fue imposible llegar antes de las diez. La verdad es que esperaba encontrarme con mucha más gente de la que vi. Eso sí, pescadores había unos cuantos, como el de abajo, todos esperando seguramente una «superpesca».

Y ahí van, con su madre, las dos benditas culpables de que llegáramos tarde a la cita.

Vaya por delante de que no soy un entendido en las lides marineras y que hay que tener mucha memoria para recordar que si tal año el agua llegó hasta esa roca, que si bajó tanto la marea aquel mes… no, pero lo cierto es que ese día, pese a que no presencié el momento culmen, observé la marea bastante baja. En el área en cuestión al que nos dirigimos, al fondo de la ensenada, en la zona conocida como el Anclón, creí ver piedras al descubierto que nunca antes había visto. Y eso que, repito, soy un caminante asiduo de esa orilla y del acantilado que discurre hasta Punta Camarinal.

Una vez saciado de rocas al aire caminé  yo solo hasta un poco más adelante de la cantera romana, de dónde se extrajeron algunas de las piedras que levantaron Baelo, rocas fáciles de trabajar puesto que al estar en su día sumergidas también bajo el mar, están compuestas de arena, tierra y organismos marinos. En la fotografía de abajo se puede observar la cantera y al fondo la silueta de la Silla del Papa.

¿Y cómo quedó el asunto? ¿Fue o no una supermarea? Casi todo el mundo coincide en que sí, pero con matices. La web tablasdemareas apuesta por que sí; dice que el coeficiente de mareas de ese día fue muy alto: 117, siendo lo máximo 118. Los mariscadores, legales o no, imagino yo que dirán que sí y que hicieron su agosto. Ecologistas en Acción criticaron a las autoridades medioambientales  por supuesto sensacionalismo y por desviar la atención de causas más importantes. También creo haber leído que la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, estuvo bastante ocupada ese día. Y el andaluz atlántico medio, entre los cuales me incluyo, supongo que pasamos un buen día… y descubrimos América.

Para saber más sobre este asunto, con datos oficiales y demás, el artículo trabajadísimo de un colega caminante de Puerto Real, de la asociación de senderismo cultural dRuta:

El cero hidrógráfico de Cádiz (2011)

Y para obtener un punto de vista crítico y a la vez divertido, el artículo de nuestro paisano Juan José Téllez, allá en su exilio gaditano:

Desastre ecológico en la bahía de Cádiz

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