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Los molinos harineros de Facinas


«De qué le sirve a Facinas

el tener tantos molinos,

       si en el verano no hay agua

           y en el invierno no hay trigo».

     Esta graciosa coplilla popular, recogida por  Juan Quero González en su libro «Historia de Facinas y campiña de Tarifa«, me viene como anillo al dedo para introducir esta entrada acerca de los antiguos molinos hidráulicos que en su día funcionaron en Facinas.

     Como buena parte de la tradición oral, el chascarrillo en cuestión tiene su componente crítico e irónico, además del poético; pero entre verso y verso no es difícil distinguir también un cierto asombro, y hasta admiración diría yo, por ese proceso industrializador que vivió Facinas en su pasado, y la identificó como tierra de molinos, y sobre todo, buen pan.

     El mismo topónimo de Facinas parece indicar este pasado agrícola y cerealístico. Algunos estudiosos de la historia facinense le otorgan al topónimo un origen latino, de cuando estas tierras estaban acotadas temporalmente por el periodo hispanorromano, o a lo sumo visigótico. De esta forma Facinas derivaría de Fascinas, lo que en latín viene a significar: Montones o haces de trigo.

             Fueron seis los molinos que elaboraron harina en Facinas, a los que hay que sumar el trabajo previo en los campos y las eras, más las correspondientes tahonas (panaderías) y hornos para la materialización del pan nuestro de cada día. Todo ello significó sin duda un revulsivo, la levadura social que aumentaría su fama y posibilitaría su crecimiento. Desconozco si otros pueblos, y tengamos en cuenta que Facinas es una pedanía de Tarifa, contaron con un número similar de molinos.

        Pero ¿qué tiempo manejamos? ¿Cuándo se construyeron los molinos? Las fuentes que he consultado nos remiten a finales del s. XVIII, principios del XIX. Aunque el mismo Juan Quero, escuchando de nuevo a la voz popular, nos cuenta en su libro que quizás los primeros constructores de molinos en Facinas fueran unos monjes de la orden capuchina, que vendrían al rebufo de la conquista castellana y se quedaron prendados de estas fértiles laderas y llanos. También construirían un pequeño convento, donde andando los siglos se levantaría la iglesia de la Divina Pastora. Cierto que no hay documentación que verifique esta hipótesis, pero también es cierto que son muy entretenidos de leer los renglones invisibles que escriben la tradición junto a la leyenda.

     Saltemos de nuevo a la centuria decimonónica, la más que probable fecha de apogeo de nuestros molinos. En la web http://www.facinas.org/  , que recomiendo a todo aquel que quiera conocer Facinas, encontramos un apartado muy interesante: el padrón de habitantes de 1875. En este se detallan los nombres de los censados, la fecha de nacimiento, la edad, procedencia y profesión. Este último dato es el que más nos interesa.

           Siete fueron los vecinos que tuvieron como oficio el de molinero, y llama la atención que tres fueron mujeres. Todos nacieron en la primera mitad del siglo XIX, siendo el de mayor edad un tal Pedro López Gallego, nacido el 7 de enero de 1805, procedente de Benaoján. Al parecer, de los pueblos de la serranía malagueña provenían los molineros con mayor experiencia y pericia, así como las mejores piedras soleras.

        En la fotografía aérea de arriba se puede ver la ubicación de los molinos y su recorrido, que apenas alcanza el kilómetro del primero al sexto.

      Ahora es cuando podemos analizar la coplilla inicial, ese verso que decía que «en el verano no hay agua».La misma estructura y factura de estos molinos nos vale como respuesta. Estaban dispuestos de dos en dos, y una alberca o balsa precedía a cada pareja, con la finalidad de aprovechar cada gota de agua. La tipología de estas construcciones es la conocida como molino de cubo o vaso. También eran llamados molinos maquileros, término que designa la forma de pago al molinero, que consistía en la entrega de una parte de la harina molida. Esta era la maquila.

           Hay que tener en cuenta que la época estival es normalmente sinónimo de sequía por estos pagos y que el caudal que alimentaba estos molinos no provenía de ningún arroyo. El agua necesaria se obtenía encauzando todos los manantiales y regajos posibles que brotaban por esa parte de la sierra de Saladaviciosa, y conduciéndola por una atarjea o acequia a la primera de las albercas, ubicada probablemente detrás la iglesia. Aún pueden adivinarse restos de esta canalización, cual si se tratara de una vieja cicatriz apenas ya visible.

        Esta alberca, y las otras dos, perseguía dos fines: «guardar» todo el agua posible en previsión de los días secos y, dado este caudal estacional y pobre, obtener la presión y fuerza necesarias para a continuación mover la maquinaria del molino. Una vez que los dos primeros usaban este agua la conducían a la siguiente balsa y correspondiente pareja de molinos, y ya por último a la tercera.

          El caudal sobrante se utilizaba para regar los huertos de la zona llana de Facinas, conocida como Vico. Luego se derivaba al arroyo del Tejar, que viene a morir en el río Almodóvar.

Así funcionaban los molinos de cubo

Molinos 1 y 2

       Antes de nada aclarar que en ninguna fuente consultada he visto que estos molinos tuvieran un nombre propio. Al parecer se referían a ellos por su número, aunque seguramente fueran conocidos en la población por los apellidos de las familias que los poseían.

       El primer molino, el del «Arco», quizás sea el más conocido, pues por debajo de su cao cruza la calle Tarifa, vía por la que se accede a Facinas por arriba, y por consiguiente de las más transitadas por coches y peatones.

     El cubo, que es esa especie como de torre seccionada, se encuentra en buen estado, no así el resto de las dependencias. Supongo que la parcela donde se encuentra pertenece a un particular, y lo cierto es que se haya un poco abandonada. Y eso que el callejón que la delimita por uno de sus lados es a mi parecer de los más auténticos y bonitos de Facinas.

       El segundo molino se encuentra apenas treinta metros más abajo. Lamento no poder mostrar fotografías de mejor calidad, pero es que la espesura de la vegetación no me permitía tomar una perspectiva adecuada. Mea culpa, siempre me olvido de meter en la mochila una mini desbrozadora, o que menos que un machete.

      Y esta es la fachada principal del segundo molino. El cuarto de la molienda estaba en la primera planta. Obsérvese la hornacina situada bajo el balcón. Más adelante hablaré de ellas.

Molinos 3 y 4

        Según me informó otro vecino, la acequia que guiaba el agua de los molinos 1 y 2 a los siguientes, pasaría por donde hoy día se encuentra el mercado de abastos y atravesaría las calles de la Constitución y Antonio Ordóñez, hasta alcanzar esta alberca que vemos abajo, donde se volvía a remansar y almacenar el agua.

     Este es el tercer molino: el cao, y a continuación el cubo, donde se aprecia la apertura por la que entraba el agua. Como se puede apreciar tampoco ha llegado a nosotros digamos que en muy buenas condiciones. Qué cierto eso de que agua pasada no mueve molino.

         Sin embargo,no hace muchos años sí que hubo un plan para intentar potenciar este patrimonio y este sector de Facinas. Me comentaron que se quiso crear una especie de camping rural, aterrazando el lugar y adecentando los molinos. Se supone que este proyecto no llegó a ver  la luz, paradójicamente, por las torres de alta tensión que atraviesan estas laderas.

     A continuación podemos ver uno de los elementos más curiosos y característicos de estas fábricas de harina: las hornacinas. Menos en el primero, pude comprobar que todos los molinos contaban con una, aunque también sospecho que la tuviera éste y desapareciera con el tiempo.

       La función  ornamental es indudable, pero estaría supeditada seguro a un fin protector y propiciatorio de una buena molienda. En el interior de estas hornacinas los molineros colocarían sin duda una imagen religiosa, pero ¿cuál?

      ¿Podría ser la Divina Pastora, la patrona de Facinas? En la fotografía de abajo muestro la hornacina de la fachada de la iglesia. Aunque este tipo de elementos ornamentales suelen ser corrientes en estas construcciones, qué quieren que les diga, y eso que por suerte o por desgracia uno no es nada religioso; lo mismo que los molinos se comunicaban unos con otros a partir de la primera alberca, yo veo (y comprendo) una conexión espiritual entre esta hornacina de la iglesia y las restantes de los molinos.

Hornacina de la iglesia

     Y el cuarto molino, con su arco derruido. Al fondo se aprecian los campos que les  daban de comer, donde en la actualidad prosperan los descendientes de estos ancestros de piedra y agua: los aerogeneradores, los molinos de viento.

         Pasemos a los últimos molinos con otro refrán, con la esperanza de que no se hubiera cumplido entre los molineros de Facinas: «Cada uno quiere llevar el agua a su molino, y dejar en seco el del vecino».

Molinos 5 y 6

       Los molinos 5 y 6 fueron los que más me convencieron, a los que más tiempo dediqué, y en consecuencia, los que más me hicieron sudar. Finales de agosto; había más humedad en mi espalda que en toda esa seca ladera.

        Su mejor estado de conservación quizás se deba a que están más apartado de la población o a que tal vez fueran los últimos en producir harina. La verdad es que tuve mucha suerte por acceder a ellos, pues son propiedades privadas. Y más suerte aún porque el vecino que me dejó entrar y fotografiar libremente, ya mayor el hombre, es el nieto del que fuera el último dueño de del molino número 5, y no sé si también me dijo que del 6.

       Le agradezco de nuevo el detalle y la santa paciencia de responder a mi interrogatorio. En estos casos, como es lógico, presento mis credenciales, y así pues le dije que era marido de tal, nuero de tal, que paro en la calle Feria… en fin, hay que ponerse en el papel del hombre; no va a abrirle la cancela a cualquiera con pinta de hippie que aparezca por ahí interesado en los viejos molinos, por mucha Nikon que lleve en lo alto.

      La de abajo es la tercera y última alberca, de forma yo diría que romboidal. En el lado izquierdo aún se puede apreciar la tierra amontonada, fruto de años de cuidado y limpieza de los sedimentos que arrastraba el agua.

    El cubo de este molino muestra un aspecto más achaparrado, con dos escalonamientos más que los otros.

       El cao o acequía se ha conservado bastante bien. Justo donde está la chumbera hay una compuerta por donde se podía extraer agua para regar los huertos aledaños. Resulta también curiosa la terminación del enfoscado, con conchas marinas.

        El cubo debía medir sus buenos ocho metros de altura. Abajo, en el interior de la casa del molino vi la estructura metálica de antiguas ruedas de carruaje. Por ese boquete es por donde caía el agua, cada vez más «estrechada» para conseguir una mayor presión, que moviera luego el rodezno y otras piezas giratorias del artilugio.

       A continuación, otra historia que hizo mover el molino de mi curiosidad durante el resto de ese día: unos extraños símbolos o grafitis. Uno de ellos está claro que es un símbolo cristiano, una cruz grabada en una especie de garabato de cubo, digo yo.  Y en el otro yo veo la figura de una persona como bajo un palio. Este último grafiti, lo trasladamos a un abrigo-cueva de la sierra y pasa totalmente por una pintura rupestre de hace 6 mil años.

      Supongo que al igual que las hornacinas, tuvieron también una intención protectora.

      Vamos pués con el último molino, el 6. No esperaba encontrar gran cosa, por lo que me dijo el vecino del molino de arriba, pero no fue así. Es imposible no hallar cosas interesantes en cualquier edifico antiguo.

     Por ejemplo este escudo heráldico, que aún me deja pillado cada vez que lo miro. ¿Qué pinta un escudo de este tipo en un molino harinero? Al final de la sesión fotográfica regresé al quinto molino a ver si andaba por ahí mi buen informante. Que se quite internet y todos los archivos notariales de la provincia; me comentó que su abuelo había conseguido ese escudo de otra edificación más antigua que había por ese lugar, y lo había colocado en la fachada; que antes de ese molino existía otro más antiguo, que si un tal cura apellidado Bretón tenía tierras por ahí… en fin, todo envuelto en mucha duda y misterio, pero ya les digo que casi que no me hace falta saber más.

     Y para rematar esa mañana calurosa pero fructífera, restos oxidados de la maquinaría que movía las piedras, algo que no es muy usual encontrarse en estos viejos molinos. Yo al menos es la primera vez que me encuentro ante tantos restos. En algun lugar he leído, o quizá fuera otra enseñanza de mi informante, que uno de los molinos llegó a funcionar hasta mediados del siglo XX, y que por estas fechas ya había desistido de usar la fuerza del agua como fuente de energía, pasando a utilizar un motor de gasoil. Tal vez fuera este «número 6» este molino.

     Y varias piedras de molino, conocidas como francesas, de la marca «Type la Ferte». Fueron introducidas en nuestra tierra en los años veinte del pasado siglo, y sustituyeron a las piedras de toda la vida, denominadas «piedras blancas». Por lo visto daban más faena al molinero, pues debían de ser picadas casi a diario.

      Ya lo están viendo, artilugios oxidados, piedras gabachas que ya nunca más volverán a moler trigo, una chumbera donde antes corría agua…

      La tecnología se ha impuesto, pero es verano y seguimos sin agua; llegará el invierno y no habrá trigo para estos molinos… La letra de la coplilla se sigue cumpliendo en la actualidad. En el que caso de que se pudiera continuar, yo añadiría unos versos que aludieran a que estamos condenados todo el año a comprar barras de pan que mira por dónde, y nunca mejor dicho, son el pan nuestro de cada día, porque al día siguiente no valen ni para el gazpacho.
       Aquí se me acaba a mí el agua, queridos lectores, les agradezco la molienda de la… quiero decir la lectura de la entrada.

¡Chistera, chistera, la dcaminata molinera está fuera!

14 comentarios sobre “Los molinos harineros de Facinas

    1. Gracias carlos, documentarse es una de las fases más divertidas cuando se me mete entre ceja y ceja escribir sobre algo, pero vamos, soy cosciente de que es dificil buscar un punto adecuado, entre contar lo necesario y no cansar o aburrir. En fin, yo creo que algunas veces me paso con tanto texto, pero así me salen… Saludos.

  1. Este tema de los molinos me ha recordado mi niñez. En Jimena, tenía un tío molinero. Yo pasaba algunos días de las vacaciones del verano en un molino, en el Hozgarganta. Entonces funcionaba perfectamente. Aún resuena en mi memoria el ruido de las piedras en plena faena . Funcionaba con el agua del río que se desviaba por un canal. Y curioso, en aquellos tiempos había agua en verano.
    En Jimena, el molino de la Garganta de San Francisco es del tipo de cubo.
    Interesante trabajo. Saludos

  2. Fenomenal trabajo Juan Manuel. Hay que ver lo que da un paseo de un kilometro si te vas fijando en los detalles. Y hablando de detalles: las conchas en el enfoscado son una chulada, un detalle único; y el escudo es algo singular en un molino. Hay expertos en la red que por los simbolos heraldicos te dicen de quien era; yo veo una cruz de la Orden de Montesa (creo) de origen valenciano. Sobre los molineros decirte que he leído en libros de antropología de la sierra (véase Pitt-Rivers) que eran unos potentados de la época, un poder en la sombra. Cuando algún agricultor llevaba su trigo a moler los molineros tenían que quitar una parte para el fisco (o dueño de las tierras) y otra para ellos como pago. Entonces sisaban al agricultor y al fisco sacando buen provecho de la molienda. Bueno también los habría honrados pero estos eran los menos. Para acabar yo actualizaría la coplilla popular por: “De qué le sirve a Facinas el tener tantos molinos (eólicos), si en el verano hay luz de sobra y en el invierno buen abrigo”.

    1. Pues mira, voy a intentar conseguir más información sobre el escudo. Es muy curioso porque de cerca parece que de las dos torres colgaran un racimo de uvas. En cuanto a la coplilla, se le puede sacar mucho jugo jejeje, yo cantaría otra que empezaría con un quejío… ayaayayayayayyyy de qué le sirven a mi suegra tanta tierra si no le han puesto molinos ayayayayayy.
      Gracias Amarillo por comentar y por los datos. Nos vemos.

  3. Soy uno de los 28 nietos del dueño dr los molinos 5 y 6. Mis abuelos vivían en el 6 que fue el útimo en funcionar,y en ese nací yo.Me ha gustado mucho el reportaje y me ha hecho revivir muchos recuerdos dormidos de mi niñez en esos parajes.Tambien he sentido pena al ver el estado ruinótico en el que se encuentra.Saludos

    1. Gracias Chan, por leer el reportaje y me alegro de verdad que te haya gustado, y sobre todo por que hayas revivido recuerdos de la niñez, que normalmente suelen ser buenos recuerdos. 28 nietos, nada más y nada menos. Cuántas historias deben encerrar aún esas paredes, y sí, una pena que ese legado esté tan abandonado. En fin, gracias de nuevo, comentarios como el tuyo le dan sentido a estas historias que subo al blog, y me animan a seguir con ellas. Saludos.

  4. Enhorabuena., por varias razones .
    La primera por dar a conocer estos molinos , en segundo lugar, por divulgar el patrimonio de tu tierra o de tu mujer, Facinas y por último por es precioso.
    Aquín en grazalema tenemos la suerte de que aún se conservan algunos en excelente estado y funciaonando cuando sus propietarios lo ponen a andar.
    Uno es de una persona mayor , Juan Gonzalez y otro es de un gran amigo mio que ha tenido posibilidades y recursos , gracias a su esfuerzo y trabajo y decidió restaura uno de ellos con la ayuda de Juan, le ha quedado maravilloso. Otros en cambio estan como los de Facinas y algunos estan en manos de personas que los compraron como residencias y son extranjeros.
    Respecto a las piedras es cierto que se introdujeron en la primeras décadas del S.XX, y las anteriores piedras salian de la sierra , pero de lugares determinados, pues no todas las piedras sirven para este fin.
    Las Albercas comunicadas es de un sentido común de los hombres de antaño, y lo de las conchas en lo alto del Cao es sencillamente muy original y propio de una zona cercana al mar . Es un detalle altamente curioso, y puede que tenga hasta su explicación , como manera de proteger esta parte de la construcción o para que se pueda andar por ella de manera más segura , pués agarraria más a las suelas cuando estuviera mojado por las salpicaduras del agua al dirigirse al cubo.
    De todas formas te comunico que cuando quieras ver un molino restaurado ,aquí tienes una opción , y otra en el Museo del Agua de Benamahoma.

    Gracias por tu reportaje molinero.

  5. Enhorabuena por el documento, recuerdo el molino de harina de mis abuelos, hoy derrumbado del cual solo conservo las piedras francesas, eso si como curiosidad recuerdo de pequeño en una de las paredes el relieve de un personaje, era la cara, pero no puedo acordarme de mas, si alguien sabe algo se lo agradecería , saludos (Por cierto el molino estaba cerca de Alcala La Real, Jaen)

  6. Muy bien contado y explicado yo soy de Facinas y he vivido con mis padres y hermanos en la vivienda del molino número dos el que está a unos treinta metros más abajo del conocido arco que sale sale en la foto.Pero permíteme que aclare que el agua no venía de Saladaviciosa si no por las Cabrerizas y si por detrás de la Iglesia y según contaba mi padre en lo que ahora es la plaza de la Iglesia era una presa de agua. Que iba para los molinos.

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