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Las canteras romanas de Punta Camarinal


1.Portada Punta Camarinal

«No pido otra cosa: el cielo sobre mí y el camino bajo mis pies». (Robert L. Stevenson)

    Entre las playas del Cañuelo y Bolonia se adentra mar adentro una lengua de tierra de apenas un kilómetro y medio, un triángulo equilátero casi perfecto bendecido por la luz, el viento y las olas: Punta Camarinal.

Punta Camarinal     Aquellos que gusten fusionar en sus caminatas naturaleza e historia hallarán en esta punta un buen lugar para empezar a leer y caminar en el pasado de este tramo de litoral tarifeño.

    A modo de prólogo, las primeras páginas de este librocaminata quizás nos relatara las peripecias de nuestros paisanos del Neolítico buscándose la vida y el sustento en estos fértiles acantilados: recolectando, mariscando, pescando, y porque no, gozando de unos buenos baños. En la cercana sierra de la Plata contamos con numerosos vestigios arqueológicos que testimonian una ocupación muy temprana de estas tierras: la Cueva del Moro con sus grabados paleolíticos, el altar de sacrificios conocido como la Piedra sacra de Ranchiles, diversos dólmenes en su ladera occidental, el oppidum de la Silla del Papa, etc. En fin, un prólogo muy extenso que daría para muchas excursiones.

     Aunque si nos centramos exclusivamente en Punta Camarinal, los primeros capítulos de nuestro librocaminata tendrían que basarse a la fuerza en la etapa romana, la que más se prolongó en este territorio. De este cabo salieron las primeras piedras que levantaron Baelo Claudia en los siglos II y I a.c. Las rocas calcarenitas, nuestra piedra ostionera, que se extrajeron de estos acantilados fueron utilizadas sobre todo como elementos sustentantes (columnas, arcos, jambas, capiteles…) de los edificios de la urbe hispanorromana, que junto con Carteia, en la vecina Bahía de Algeciras, controlaban el comercio de la orilla norte del Estrecho.

      Y si por último, nos quedamos con ganas de seguir andando y empaparnos de historia, podemos abrir las páginas de la Edad Moderna, cuando en 1577 se edifica en esta pedregosa costa la torre almenara del cabo de Gracia, hoy día reconvertida en faro.

Detalle cartográfico de Punta Camarinal (1833). Fuente: “The Strait of Gibraltar” by Capitain William Henry Smyth, R.N.K.S.F.; J & C Walker Sculpt. Hydrographical Office of the Admiralty (Londres), 1833. Mapa extraído del blog de un amigo: dRuta.
Detalle cartográfico de Punta Camarinal (1833). Fuente: “The Strait of Gibraltar” by Capitain William Henry Smyth, R.N.K.S.F.; J & C Walker Sculpt. Hydrographical Office of the Admiralty (Londres), 1833.
Mapa extraído del blog de un amigo: dRuta.

    Sin embargo, el hito histórico más importante y a la vez más desconocido de esta época sería el proyecto de fundar una nueva población en la misma Punta Camarinal en 1664, reinando Felipe IV, para defender la Ensenada de Bolonia y contrarrestar la ocupación británica de Tánger. Esta nueva población a todos los efectos hubiera contado con dependencias fortificadas, embarcadero, aduana, viviendas, etc. La falta de financiación y la desocupación de Tánger en 1684 echaron por tierra este proyecto fundacional… y menos mal, porque ¿a que no saben qué piedras y restos al parecer iban a aprovechar para la nueva ciudad? Sí, los de Baelo Claudia.

   Podríamos terminar nuestro librocaminata visitando ficticiamente la batería artillera del Ancón de Bolonia, construida en 1804 y «volada» por los ingleses, o las actuales, edificadas a partir de 1947, pero mejor desistimos; demasiada historia militar para un paisaje tan bello.

    Vamos a lo que vamos, al capítulo de la historia de Punta Camarinal que nos ocupa, el de las canteras romanas. En apenas dos kilómetros visitaremos los cinco o seis yacimientos canteros que jalonan esta costa hasta llegar a la Cala de la Galera, donde como epílogo a la caminata, nos dimos un merecido baño.

3. Bruma en Bolonia    Un espeso banco de niebla cubría la ensenada de Bolonia cuando llegamos, ocultando Punta Camarinal entre promesas de frescor y sugestivas tomas fotográficas. Pero nada, a eso de las nueve, cuando echamos a andar después del desayuno, sólo quedaban los últimos jirones de taró. Lástima.

4. Julio a contraluz   Os presento a mis compañeros de caminata: Este es mi amigo Julio,  a contraluz. Luego lo veréis mejor a plena luz, ejem, y a unos cuantos grados más de calor.

5. Zapi a contraluz    Y su perro Zapi, también a contraluz, rivalizando en hermosa silueta con el perfil de la sierra de San Bartolomé, al fondo.

6. Entrando en en el sendero    Llegamos al inicio del sendero que nos conducirá a las canteras. A la derecha dejamos la duna de Bolonia y nos encontramos con uno de los nidos que salpican el litoral del Estrecho, construidos al término de la Guerra Civil. Marea baja y madrugadores pescadores tentando a la suerte.

7. Tumbas antropomorfas en el Anclón     A un centenar de metros nos topamos con estas tumbas antropomorfas, que suelen pasar desapercibidas al caminante. Estas tres de la foto son las que mejor se han conservado, pero hay otras más por los alrededores, semicubiertas por la vegetación y mucho más erosionadas.

    No hablé de ellas al inicio de la entrada pues la verdad no sabría en qué capítulo de la historia ubicarlas. Historiadores y arqueólogos no se ponen de acuerdo en su datación. ¿Anteriores a la ocupación romana, posteriores? Parece ser que cada vez cobra más fuerza la teoría de su pertenencia al período de la Baja Edad media. El que aclare este misterio sin duda será celebrado con una corona de laureles… romanos.

8. Julio y Zapi en el sendero    El estrecho sendero es muy atractivo, una especie de atracción de feria al natural donde todos los sentidos participan y juegan. Eso sí, hay que andarlo con cuidado. Algunos tramos pueden resultar algo complicados si no estamos muy habituados a montar en estos «cacharritos».

9. Enebro y San Bartolomé    Un enebro marítimo, arbusto con multitud de usos medicinales, veterinarios, alimenticios, artesanales, etc. Aunque está catalogado en peligro de extinción, encuentra en Punta Camarinal y Punta Paloma su principal refugio en el P.N. del Estrecho.

10. Primeras canteras    Las dos primeras canteras se hallan muy juntas una de la otra. Son facilmente reconocibles por los cortes limpios y verticales en la piedra ostionera. Supongo que éstas serían las primeras en explotarse, dada la cercanía. Y que en algún momento llegaron a ser insuficientes para el desarrollo urbano de Baelo Claudia, puesto que también se explotaron otras canteras en la otra punta de la ensenada, a varios kilómetros de la urbe: Canteras romanas de Paloma Alta.

11. Marca de barrena en cantera    Si nos demoramos un poco e investigamos por los alrededores no tardaremos en encontrar señales y vestigios de tan dura actividad. Marcas de herramientas, sillares a medio labrar, una rampa de acceso para bajar el material al nivel del mar…

    A partir de aquí es aconsejable abandonar el senderillo del acantilado y buscar la seguridad de la tierra firme. ¿Qué sendero seguimos después? Esto… cualquiera es bueno… puesto que no están señalizadas las distintas opciones de avanzar. Además ¿quién ha dicho que nos hemos bajado ya de la atracción? Busquen en ese GPS que todos llevamos dentro el botoncito de «Topalante».

12. Tercera cantera    Pronto llegamos a la siguiente cantera, de mayores dimensiones que las anteriores, y de una casi perfecta forma cuadrangular. Mi amigo Julio, soportando estoicamente el bochorno mañanero parece estar preguntándose: ¿Cuál sería el destino de esta cantera en particular? ¿El teatro, la basílica, las factorías de salazones? Cualquiera sabe, Julius.

13. Cantera y escombros   Aún son visibles los montones de escombros en el interior, fruto del trabajo de los canteros al labrar la piedra.

14. Restos de escalera    En uno de sus laterales reparamos en este boquejo de escalera o acceso. A continuación, y oculta por las sabinas y enebros, se abre una especie de cubículo, que si bien pudo formar parte de la misma cantera, tiene toda la pinta de haber sido un refugio provisional a resguardo del levante. Todo esto dicho con muchos «quizás» y muchos «presuntamente».

15. Cantera y playa   Descansamos un poco y aprovechamos para mostrar una perspectiva de lo ya andado y leído hasta ahora.

16. Enebro, palmitos, lentiscos, pinos...     Caminando por el interior de la punta tomé esta fotografía. En una decena de metros de vegetación apretujada podemos observar la flora típica de estos campos: enebros, sabinas, lentiscos, pinos, palmitos…

17.flor    Y esta bella clavellina silvestre luchando contra la canícula.

_DSC0170   De regreso a la línea de costa nos encontramos con los acantilados más altos. Espectacular y soberbio trabajo esculpido por el más incansable de los canteros: el tiempo.

18. Saltar o no saltar    Las cristalinas aguas turquesas nos atraen cual atractivas sirenas. Resiste Julises, digo Julio, a sus encantos y ardides, que si nos tiramos de aquí nos matamos.

19. Llegando a la cantera de la Galera    Y llegamos por fin a la Cala de la Galera, nuestra Itaca de ese día, nuestro fin de ruta.

20. Cantera de la Cala de la Galera   En esta cala se halla la cantera de mayor envergadura de toda la zona, posiblemente también explotada en épocas recientes. Justo por arriba se extiende la alambrada que delimita los terrenos del acuartelamiento de Punta Camarinal.

21. Paredes verticales    Sus paredes pueden medir sus buenos 6 ó 7 metros de altura.

22. Inscripción en la cantera   No encontré marcas de herramienta, pero sí esta enígmática inscripción, que ya había visto anteriormente por la red. ¿Cuál es su contenido completo? Ni idea. Tratando la imagen es posible que salga a la luz algo de su significado, pero claro, para eso hay que saber. Guardaba la esperanza de que en persona, frente a ella, se me revelara, pero peor aún; está esculpida a unos 5 metros de altura, y si encima le da el sol de frente… ¿Algún Champollion se anima?

    Yo sólo llego a distinguir una fecha, puede que 1892, y al final del texto lo que pudiera ser un apellido: Cosano.

23. Otra inscripción    En la pared opuesta hay otra inscripción, de menor tamaño y más desgastada. Las pesquisas realizadas y la intuición nos llevan a pensar que se tratan de inscripciones más o menos recientes, coincidentes con las últimas labores de explotación, o quién sabe; con las baterías militares emplazadas monte arriba.

24. Sillares a medio labrar      Son numerosos los restos que nos retrotraen al pasado, como este tetris de sillares de calcarenita.

25. Sillares a medio labrar 2    También podemos suponer la forma de extracción, sacándole a la piedra ostionera la forma deseada. Una vez en el lugar de destino serían más finamente labrados, y enfoscados si la obra en cuestión lo requeriese.

_DSC0194     Los últimos vestigios los encontramos a pie de costa en los arrecifes. Tampoco es algo que se pueda probar con seguridad, pero lo que se aprecia en la foto superior bien pudiera ser uno de los embarcaderos para transportar los materiales.

    La forma cuadrangular del arrecife es totalmente artificial, como si se pretendiera abrir un pasillo para alcanzar aguas más profundas.

_DSC0195    Este pasillo artificial da paso a esta especie de muelle natural. El nivel del mar hace dos mil años sería sin duda diferente al actual, aún así la hipótesis de embarcadero es la más probable.

26. Yacuzzi natural    Y hablando de semejanzas artificiales y naturales, aquí me despido, en este yacuzzi de agua salada con el que espero despertar alguno de los pecados capitales. Y tres fotografías finales que resumen la belleza de este paisaje rocoso, que a veces parece levitar en el aire.

27. Piedra y mar

29. Piedra y mar

30. Piedra y mar

¡Chistera chistera la dCaminata está fuera!

Para saber más:

2 comentarios sobre “Las canteras romanas de Punta Camarinal

  1. Mi ambición en la vida es ser neolítica en Bolonia: pescar, zascandilear en busca de alguna camarina o repugnante bicho marino que llevarme a la boca, nadar..Qué vidorra.
    Me encantan tus librocaminatas por muchas razones, pero la más importante es el modo en que lugares que me tienen el seso robado se vuelven inteligibles. ¡Emocionante! Me apuntaría a cualquiera de ellas. Ahí lo dejo.

    1. Hola Silvia, comparto esa ambición tuya de ser neolítica en Bolonia…y en cualquier rincón del Estrecho, añado. Este sector del Parque es verdaderamente mágico: Bolonia, sierra de la Plata, San Bartolomé, Punta Paloma…Y ahora en otoño/invierno cobran más fuerza y energía si cabe, se vuelven más neolíticos todavía. Mi email es este: pizarrojuanmanuel@gmail.com Si te quieres apuntar a alguna caminata por estos lugares estamos estamos en contacto. Saludos neolíticos.

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