Caminatas · P.N. Los Alcornocales

Río Hozgarganta, una caminata «a la carta»


3ª dCaminata por el río Hozgarganta

Ahí tienen a los dCaminantes de la 3ª dCaminata por el río Hozgarganta, en Jimena de la Frontera. Trece, más el que hizo la foto y les escribe, catorce. Si se fijan casi todos tienen las manos en los bolsillos, y es que pese al solecito hacía un frío que se las pelaba. Creo recordar que alguien vio en el termómetro del coche 4 grados; un frío inusual en este sucedáneo de  invierno que estamos atravesando. Lo que sí recuerdo bien son los campos cuajados de escarcha a medida que nos acercábamos a nuestro destino, y una niebla muy espesa en el valle, que no tardaría en desaparecer disipada por el apabullante caudal de la luz  mañanera.

El itinerario que realizamos y que muestro en la ortofotografía de abajo es uno más de los muchos que se pueden hacer y degustar en el Hozgarganta. Yo aconsejo a quien se quiera acercar a andar por este río que previamente se prepare su caminata «a la carta», pues puede optar por un buen único plato principal y andar la ruta oficial que discurre pegada al río, o pedir segundo plato y atreverse con una visita al Jardín botánico el Risco, y rematar la faena con el postre; alcanzar el Huerto de la Casa de Esquivel y dar media vuelta. Se pida lo que se pida le saldrá una caminata fácil de digerir y que le costará olvidar, y si no es la primera vez que anda por el sitio encontrará seguro nuevos matices y sabores.

Nosotros ese día pedimos primer plato, segundo y postre. Uno, que es más viciosillo, propuso tomar copa y puro y adentrarnos por el arroyo del Cañuelo para pasar la sobremesa en el molino de San Francisco, pero ahí se quedó la propuesta. Y casi que mejor, pues ya habíamos recorrido unos 8 km y la mayoría ya teníamos estómago, piernas y sensibilidad llenos de tan bello y nutritivo paisaje. Además, se trataba de una caminata para compartir, contemplar y disfrutar.

¿Que no se deciden a pedir o no conocen muy bien la «carta» del lugar?… Está bien, dCaminata les ayuda con la cata, y les explica con más detalle en qué consisten esos platos que nos andamos esa jornada. Por de pronto, vayan tomándose estas aceitunillas, entren en este enlace de Wikiloc para ir abriendo boca.

Itinerario de la ruta

La carta de que les hablo se empieza a abrir en el lugar conocido como la Pasada de Alcalá, cerca del puente. Ahí mismo empezamos con el primer plato, un entrante con sabor a historia y con matices en ocasiones explosivos: la Real Fábrica de Artillería, llamada popularmente como Fábrica de las Bombas. Dicha fábrica, considerada como de las primeras siderúrgicas de Andalucía, permaneció en activo poco tiempo, en concreto desde 1777  hasta 1789; y acabó cerrando por diversos motivos. El principal fue la falta de un caudal constante, ya que el Hozgarganta decrece bastante en época estival. Pero sobre todo, para qué vamos a engañarnos, Carlos III acabaría cerrando el negocio por la escasa efectividad de las balas y bombas que salían de sus fogones, y no porque no hicieran pupa a sus destinatarios, sobre todo ingleses, sino porque éstos, ya sea en Gibraltar durante el gran asedio, o en las Colonias de Ultramar, cocinaban un mejor armamento y sospecho que poseían más puntería para devolvérnoslo.

La obra o estructura más relevante de esta fábrica es su cao o canal, de unos 600 metros de longitud, por donde se le robaba el agua al río y se la conducía a los fuelles. Al inicio de este canal veremos su azud, lugar donde se represaba el caudal. Es fácilmente identificable por los restos del dique, que según sea el agua que lleve el río, nos permitirá cruzar a la otra orilla. Comento esto por si acaso a alguien le da la ventolera y en un último momento se arrepiente y decide cambiar de plato; ya digo que estamos haciendo una caminata a la carta y aquí el senderista siempre llevará la razón. En el otro margen también nos encontraremos con otro sendero, que aunque más estrecho, discurre en todo momento paralelo a la ruta que nos estamos zampando.

Un típico bosque de ribera nos irá abriendo el apetito. En temporada primaveral se aconseja prestarle atención a los tonos púrpuras de las adelfas.

Por el Cao de la Real Fábrica de Artillería

Al principio del cao, donde se encuentra el azud

Un algarrobo

En el río

Hagamos un alto mientras nos traen el segundo plato. Para ir haciendo hueco en el estómago, nos viene ni que pintado este desvío monte arriba por la Vereda de la Encubierta. Con este nombre tan sugerente y misterioso, dudo que nadie no quiera saber a dónde lleva y sobre todo por dónde pasa. Ya les digo yo; nos lleva a la Calle LLana de Jimena, yo creo que la única de esta población que no es una cuesta. Por el camino pasaremos por rincones húmedos y frondosos, frente a hermosos huertos y casas de campo, donde nos sorprendió ver lo que parecían ser almendros. Al término de la calle LLana conectamos con la entrada al jardín botánico.

Desvío a la Vereda de la Encubierta

Vereda de la Encubierta

Calle LLana, en Jimena

Llegando al Jardin Botánico El Risco

¡Eh, camarero, camarero! ¿Le falta mucho al segundo? Es extraño, pero de repente comprobamos que el personal ha desaparecido en el hermoso y sobre todo espacioso restaurante que vamos descubriendo. Sí, señores, es una pena pero el Jardín Botánico El Risco está prácticamente abandonado. Inaugurado hace unos 4 años en un monte muy popular entre los jimenatos, se intentó reunir en su ladera las principales especies arbustivas y arbóreas de nuestro entorno, cada una de ellas con un pivote de azulejo en el que se detalla las características. También se habilitaron 8 miradores para que los visitantes disfrutaran de unas vistas espectaculares. En resumen, una iniciativa genial que en su momento daría trabajo y renombre a la localidad.

¿Y qué ocurrió? Más o menos todos nos podemos imaginar la película. He leído por ahí que al poco de inaugurarlo ya hubo penosos actos vandálicos, y que a las cabras del lugar, no es broma, les encantaba colarse para degustar aquel variado y goloso menú. De todos modos, sospecho que el principal causante de este abandono, de esta triste sequia, es la misma crisis especulativa que no está dejando títere con cabeza ni planta con su raíz.

A pesar de todo, aconsejo firmemente su visita. Las vistas que nos regalarán sus ochos miradores son bellísimas, y gratis, señores especuladores. No importó que desaparecieran los camareros, como si de un improvisado self-service se tratase, nosotros mismos nos servimos, nosotros mismos nos lo guisamos y comimos. Se pueden imaginar ya que como segundo plato tardamos nuestro tiempo en acabarlo, pero acabamos hasta sopeando todas las panorámicas: Jimena de la Frontera y su castillo, los montes de la Teja, la Garganta del Gamero, el Puerto de las Asomadillas; hasta el Macizo de Libar se alcanzaba a ver.

En el Mirador Jimena de la Frontera

La cabra no entraba en el menú

Mirador de la Laja del Aguila

Vistas desde el Mirador del Aguila

Mirador de Poniente

Por al lado del Mirador de Poniente, este de arriba en el que estamos embutidos casi todos, pasa la veredilla por la que salimos del Jardín y regresamos de nuevo al río. Momento es de recordar ese dicho tan acertado de «harto de gachas ¿quién se agacha?. A nosotros ya no nos entraba ni un panorama más, por eso pusimos especial cuidado en el descenso. Abajo nos esperaba el Molino del Gaitán, uno de los cuatro molino que trabajaban en el cauce del Hozgarganta.

Bajando de nuevo al río

Cuesta abandonar estas vistas

Molino del Gaitán

Una vez retirado el plato del Cerro del Risco continuamos la marcha a la derecha, en dirección al paraje conocido como Casa de  Esquivel. Pasaremos por la poza de la fotografía de abajo, donde hallaremos otro paso (de piedras) para cruzar el río, siempre claro que éste nos lo permita. También se puede observar una pequeña terraza arenosa; en fin, un lugar ideal para pasar un buen rato si vamos con los niños. El sendero continua en esa dirección, pasa cerca del molino de Esquivel; de repente se transforma en una calzada empedrada que mínimo debe de ser medieval, si no romana; se acerca otra vez a la orilla y termina en lo que en su época debió ser un puente y que hoy día ha sido sustituido por una hilera de pilones de hormigón.

En este punto podemos abrir de nuevo la carta y elegir qué queremos hacer; o iniciar el regreso o cruzar por los pilones para atravesar el Huerto de Esquivel. Si elegimos esta opción, que fue la nuestra, tendremos que pasar por un par de angarillas y si están los dueños de la Casa por supuesto pedir permiso, ya que es una propiedad privada. Merece la pena, pues tendremos la oportunidad de ver como funciona un rancho tradicional de Jimena.

La pista que atraviesa esta propiedad nos deja de nuevo en la misma poza de la fotografía de abajo. Insisto en la perogrullada de antes, si el caudal es abundante nos será dificil cruzarlo, pero bueno, dejo ya de aconsejar y «guiar» a los clientes senderistas… que me olvido de que esta es una caminata «a la carta».

En dirección a Esquivel

Cruzando el río por los pilones de hormigón

Casa del Huerto de Esquivel

Cruzando de nuevo el río por la poza

Eh, pero no tan rápido, que aún me queda enseñarles qué pedimos de postre. No es otro que el tramo de río que nos dejamos abajo cuando subimos al jardín botánico. Son apenas 500 metros, pero de los más atractivos de la caminata. En realidad estamos andando por esa enorme laja que forma la ladera baja del cerro del Risco  y que muere directamente en el cauce del Hozgarganta. Los jimenatos de antaño que trazaron este tramo no se lo pensaron dos veces; si no hay tierra ni espacio para una calzada la labramos a golpe de cincel en la roca. Y eso hicieron, abrir el camino en la laja, bien pegado al río; hasta una escalera excavaron para facilitar el paso. Unos metros más adelante incluso pasamos por lo que queda de la calzada romana que unía, cerca de dos mil años atrás, Oba (Jimena de la Frontera) con Ocurri (Ubrique), entre otras poblaciones.

La piedra elefante

El tramo de la escalera

Caminito cincelado en la piedra

Un trozo de calzada romana

Finalizando la ruta

Volveremos a encontrarnos con el canal de la Fábrica de bombas, en el punto de partida. Mucho hablar de platos y menús camperos para andar, pero aquí debería de poner ahora la ya tradicional fotografía de los participantes de la caminata tomando la correspondiente cerveza en el bar del pueblo. No la hice, lo cual es imperdonable e incomprensible por la parte que me toca :), seguramente se debió a que estábamos muy a gusto charlando y demás… o a que el camarero se llevó la carta porque en breve el campo ya nos cerraba las puertas y era hora de regresar a la ciudad.

¡Chistera chistera la caminata está fuera!

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