Caminatas · P.N. Los Alcornocales

La Trocha, nuestro camino


_DSC0039Vistas desde La Trocha

Hoy día, quien se proponga salir de Algeciras o llegar a ella, lo tiene relativamente fácil, salvo si se le ocurre hacerlo en agosto a las doce de la mañana. Quien más o quien menos tiene coche, y carreteras decentes a su disposición. También puede elegir el tren, aunque el algecireño medio pondrá seguro cara de extrañado cuando se lo sugiera, por considerarlo un medio decimonónico o ventimonónico. O el barco, que te planta en otro continente en media hora. Sólo nos falta el avión. En este caso, el mismo algecireño medio mirará con cara de mosqueo hacia el istmo de Gibraltar, y se preguntará si de verdad disponemos de un sitio adecuado para construir otro aeropuerto.

Pero esto no siempre ha sido así; nuestros abuelos estarán, o estarían, de acuerdo con esta afirmación.  Los caminos que conocieron ellos fueron prácticamente los herederos de los caminos medievales, lo que da una idea del estancamiento y subdesarrollo en los que ha vivido nuestra población en las últimas centurias. En 1890 se inaugura la primera estación de ferrocarril; en1910 la primera línea de autobuses. Antes de esto lo más rápido y tecnológico era viajar en carruaje en la compañía «La madrileña«, que te llevaba a Cádiz en doce horas, o a lomo de caballo, pero la inmensa mayoría lo hacía a pie. Y eso cuando la climatología se lo permitía.

Publicidad de la compañía gaditana de diligencias «La Madrileña», de finales del s.XIX

Cinco eran los caminos que antaño usaban los algecireños, o sus visitantes. Dos de ellos se dirigían a Tarifa; a groso modo, uno por donde discurre en la actualidad la nacional 340, y otro pegado a la costa. Otros dos tomaban dirección norte; uno en busca de Los Barrios, y el otro hacia San Roque y Gibraltar. Y el último, en dirección oeste, hoy día desaparecido y sólo utilizado por senderistas, el que atravesaba nuestra hermosa sierra hacia a la comarca de la Janda: El de La Trocha, o  también llamado antiguo camino a Cádiz.

El domingo 20 de marzo, tres algecireños medios del 2011, el que suscribe y escribe esto, el colega Eddy y mi hermano Francisco Javier, elegimos este tradicional camino para nuestra caminata inaugural de primavera. Pillamos un buen día, con una temperatura agradable, pero la bruma típica del levante nos impidió tomar panorámicas limpias, qué le vamos a hacer.

El camino de La Trocha, al menos para mí, siempre ha pertenecido a ese ámbito de lo misterioso, pero desde un punto de vista histórico y folclórico. Desde que tuve noticias de su existencia; no recuerdo si por «tradición oral» de padres o abuelos, o por lecturas de textos sobre historia local, me atrajo la idea de poder andarlo; de recorrer el camino que en mis ensoñaciones históricas ya habían recorrido guerreros medievales, bandoleros decimonónicos, maquis o mi misma abuela Manuela, esposa de un carbonero de Ojén antes de la guerra civil. Y ya puedo decir que he cumplido parte de ese sueño, al menos hasta donde lo permiten por lo que se ve las circunstancias, hasta la carretera de las Corzas. Ya contaré más adelante por qué motivos. Por supuesto, no me salió a la primera. Este tipo de caminos nunca salen a la primera si no vas con alguien que ya lo haya hecho antes. Quizás esto añada más emoción y misterio al asunto, pero qué lujo practicar eso del «ensayo y error» por estos parajes.

Algeciras a mediados del s. XIX. Pintura de Alfred Guesdon

Quien conozca ya este camino, sabrá que era una vía antiquísima por la que se accedía al interior de la provincia de Cádiz. Posiblemente tenga un origen romano y fuera un ramal secundario de la Vía VI, la Vía Heraclea. Muy frecuentada en tiempos medievales, lo sería mucho más hasta la segunda mitad del siglo XIX,  cuando empezó a languidecer. Era un camino de herradura, es decir, sólo apto para bestias; en algunos tramos empedrado, y por el que se conseguía ahorrar un día de marcha a diferencia del camino costero. Además, y por este mismo hecho, su trazado montuoso alejaba el peligro de las incursiones de los piratas norteafricanos. Recomiendo la lectura del estupendo artículo de Angel Sáez Rodríguez, «La Trocha, una ruta por la sierra entre Algeciras y la Janda», de donde extraigo algunas citas históricas.

La ruta antigua se iniciaba al parecer en la popular calle de la Fuentenueva, bajaba hacia el río de la Miel, continuaba por la parte de Pajarete, y cruzando la Rejanosa encaraba ya la sierra pegándose a la ladera sur de la Garganta del Capitán, la cual sorteaba hasta llegar al Puerto de los Alacranes, por el que se descendía hasta la Venta de Ojén… pero, para hombre… para un poco, respira y disfruta del paisaje… Ufff, es verdad, vayamos por partes, que me planto en Facinas en un santiamén.

Nosotros, los Tres Trocheros, empezamos la ruta en las casas que hay arriba de lo que fue el antiguo vertedero de Algeciras, en la Barriada del Cobre. Para más datos ruteros, recorrimos unos 13 kilómetros entre ida y vuelta y tardamos unas 5 horas.

Para explicar como yo quiero la ruta, la he dividido en tres partes. He aquí la primera, a vista de buitre leonado, la que nos lleva al paso del Arroyo de la Fuente Santa.

Primer tramo de La Trocha

Tras dejar atrás una de las torres eléctricas del inevitable «cable de Tarifa» y algunas parcelas, una de ellas en pésimo estado, nos vamos acercando al antiguo campo de tiro, donde nuestros pretéritos quintos jugaban a la guerra. Estamos andando a los pies de «Las Esclarecidas bajas». ¿De dónde viene este nombre? Ni idea, pero me encanta.

Acercándonos al antiguo campo de tiro

Entraremos luego en los terrenos de lo que se conoce como Cortijo de Matapuercos, que estuvo en actividad hasta la década de los sesenta del siglo pasado. Los restos de muros, fuentes y abrevaderos y sobre todo los tres o cuatros enormes chaparros que nos salen al paso son una muestra de la solera y antiguedad de este paraje ¿A cuántos caminantes no habrán saludado?

Alcornoques centenarios en el Cortijo Matapuercos
Alcornoque centenario en el Cortijo Matapuercos
Tronco hueco, lo que prueba su longevidad

Casi sin darnos cuenta, siguiendo la curva del camino, entramos en otro rincón tradicional para los algecireños: El huerto de los mellizos. Lugar que el mismo mapa topográfico oficial  «confunde» con el Ventorrillo de la Trocha, pero no, las ruinas de este caserío probablemente sean los restos de otro cortijo similar al de Matapuercos, y quizás de la misma fecha que los molinos de la Garganta del Capitán, del siglo XVIII. Haciendo honor a su nombre aún podemos degustar las naranjas que allí crecen. Doy fé de que están buenas.

En primer plano el Huerto de los Mellizos, en la ladera contigua se puede apreciar el Ventorrillo de La Trocha
Huerto de los Mellizos

Con el regustillo ácido de las naranjas bajaremos la pendiente que nos conduce al arroyo de la Fuente Santa. Tan beatífico nombre se debe por lo visto a que en las alturas de esa garganta existía a principios del siglo pasado un pequeño balneario de aguas sulfurosas. Esta garganta es de las menos conocidas por los algecireños, ya que por bastante tiempo estuvo vedado su tránsito por ser terreno militar.  Es mucho más salvaje e impenetrable que las gargantas del río de la Miel y del Capitán. Una vez intenté subir pegado al cauce y yo creo que a los trescientos metros me di por vencido. La humedad y la temperatura en ese canuto, más encajonado que los otros dos, son bestiales. No es de extrañar que ese día me encontrara con un ojaranzo (Rododendro) florecido, cuando suelen hacerlo ya entrado el mes de abril.

Garganta de la Fuente Santa

Un buen lugar para hacer un alto. Yo aprovecho para decirle a nuestro buitre leonado que nos muestre la vista aérea del segundo tramo, el que va desde aquí al Puerto del Viento.

Segundo tramo de La Trocha

Justo al cruzar el arroyo, a mano derecha y a pocos metros debemos estar atentos a una arqueta. La vereda que sube hacia la izquierda, señalizada con mojones de piedra, es la que tomaremos. En ese trecho se apreciará el primer tramo empedrado de consideración. No todo el camino de La Trocha estuvo pavimentado con piedras, sólo los pasos más complicados; subidas, bajadas y zonas propensas a enfangarse, se «adoquinaban», para facilitarles la marcha sobre todo a los equinos. Los peones camineros, o «verederos» eran los encargados de esta labor, y eran pagados por empresarios del corcho o el carbón. El sistema era el utilizado desde la antiguedad: se despejaba y nivelaba el terreno, se colocaban grandes bloques en ambos márgenes y se rellenaba de cantos más pequeños el espacio intermedio.

Primer tramo empdrado de La Trocha
Tramo empedrado visto desde arriba

Una vez ascendida la ladera continuaremos siempre hacia la derecha; hacia la izquierda iríamos a la garganta de la Fuente Santa. En un pequeño llano nos encontraremos con uno de los hitos más importantes del camino, ahora sí, señores del mapa topográfico: El Ventorrillo de la Trocha. Reconozco que la primera vez que estuve ante él me sentí decepcionado. Esperaba ver algo en mejor estado de conservación. Luego, recapacitando, se llegan a atar los cabos. Entre el paso del tiempo, la desidia de nuestras «autoridades» ante nuestro patrimonio y la pérdida de su función original, hacen del Ventorrillo de la Trocha lo que es hoy día, un rancho, más o menos adecentado, para los animales.

Ventorrillo de la Trocha
Ventorrillo de la Trocha, hace ya unas décadas. Del libro «Renacer de Algeciras», de Martín Bueno Lozano.

En el artículo anteriormente mencionado de Angel Sáez, publicado en el nº 18 de la revista Almoraima, se puede apreciar una fotografía del ventorrillo tomada en los años 80. Aunque desvencijado, se ve que aún conserva su planta original y su techumbre de tejas a dos aguas. Orientado al este, hacia la bahía, el ventorrillo de la Trocha era el último descansadero, o el primero, según el sentido de la marcha, antes de llegar a Algeciras. Esta humilde venta servía a lo viajeros vino de la tierra o café de pucherete, que se podía acompañar con un poco de pan con tocino. Una pena que no se sepa más sobre este, para mí, mítico enclave del imaginario campogibraltareño.

Menos mal que tenemos a historiadores locales que rescatan y nos muestran lo poco que ha quedado. El mismo autor del artículo nos cuenta una anécdota graciosa sobre el ventorrillo. Los dueños que él conoció eran unos viejos pastores de cabras, que siempre les recibía con amabilidad, pero eso sí, en ocasiones ondeando una sábana blanca, a modo de improvisada bandera, vaya a ser que se trataran de artilleros del ejército practicando su puntería en el cercano campo de tiro. He de decir que el actual dueño del lugar también me recibió en su momento con la misma amabilidad. De hecho fue él quien me orientó por dónde continuaba el camino.

Al parecer, en los alrededores de la actual carretera de las Corzas, existía otra venta similar, y ya no había más vino ni café de pucherete hasta llegar a la Venta de Ojén, a pocos kilómetros de Facinas y del camino de la Janda.

Poniéndonos de nuevo la mochila, se afronta quizás la parte o tramo más confuso de La Trocha. Aunque esté señalizado, la distancia que media entre el ventorrillo y el monte que hay justo detrás es el que más puede hacernos dudar. Tal como se puede observar en la fotografía de abajo, el sentido a seguir es ese; dirigirse en línea recta hacia el monte. Dejando en medio unos corrales, a unos cien o doscientos metros, empieza a zigzaguear el camino hasta la cima.

Ventorrillo de La Trocha. Dirección a seguir

Desde ese cerro gozamos ya de buenas vistas de Algeciras y su bahía. Los antiguos viajeros verían al fondo como dos pinceladas blancas, entre el azul del mar  y el verde del campo: las correspondientes dos villas, la nueva y la vieja, que formaban nuestra ciudad. Hoy el «panorama» es bien distinto. Nos despedimos del Ventorrillo, con una cita de Leandro Fernández de Moratín, el autor de la comedia de «El sí de las niñas», quien en 1796 anduvo por estas tierras:

«A cosa de una legua de Algeciras se empieza a subir una sierra áspera, pedregosa y llena de precipicios que llaman La Trocha.«

Algeciras, desde La Trocha

También se aprecian buenas vistas de nuestro pueblo vecino: Los Barrios. Esta población también poseía su particular camino de la «Trocha», su camino a Cádiz por el que se ahorraba también casi un día de marcha. En su caso le denominaban el camino del «Arenoso a Ojén» , y ascendía por la Garganta del Prior hasta la Albarda, y de ahí a la Venta de Ojén.

Los Barrios, desde La Trocha

Bueno, ya es hora de presentar a los dos bandoleros, pertenecientes a la partida de Los Trocheros, con los que hice la caminata. Ahí están, cruzando el Arroyo del Salado o del Saladillo, Francisco Javier y Eddy, sonrientes y a la espera de que pase alguna senderista de buen ver para dispararle piropos e incautarle el bocadillo. Pero se quedaron con las ganas, pues a parte de que están felizmente casados, no nos encontramos con ningún alma ese día.

En este punto o cruce se deberá estar muy atentos a las señales, pues es donde nos desviaremos para alcanzar el Puerto del Viento. La dirección a seguir es, una vez más, a la derecha, al norte. Como su nombre indica,  es un tramo donde bate fuerte el viento de levante, cuando lo hay.

Francisco Javier y Eddy

Este es el Puerto del viento, y como se podrá observar, los brezos y jaras le ganan la batalla al alcornoque.

Puerto del Viento

Aprovechemos esta cota, la más alta que alcanzaremos en este tramos, para convocar por última vez a nuestro buitre leonado y mostrar el último tramo de la ruta.

Tercer tramo de La Trocha

En la otra vertiente cambian las tornas, los alcornoques y quejigos vuelven a sembrar de humedad y frescura el camino. En la fotografía de abajo se apreciala Sierra de la Palma, y se intuye la carretera de las corzas, vía muy frecuentada por ciclistas.

Sierra de la Palma

Nos encontramos en la parte alta del la garganta del Capitán. Por abajo discurre el arroyo de Botafuegos, o de las Corzas; será por nombres bonitos. De aquí en adelante el camino es espectacular. Adaptándose al terreno, La Trocha serpentea hasta el Cobujón de las Corzas, una especie de gran embudo que recoge todas las aguas de esa vertiente. Como ya he dicho, la humedad, la sombra y la frescura dominan el ambiente.

Extraigo del artículo de Angel Sáez tres citas de autores que no se quedaron muy contentos que se diga con su caminata o cabalgada por La Trocha. La primera del viajero inglés Richard Ford, el cual señalaba que la vía directa entre Cádiz y Gibraltar

«era una cabalgadura dura y peligrosa, especialmente en el paso de La Trocha, infestado de contrabandistas y carboneros, que cuando pueden se vuelven rateros y ladrones»

La segunda de Pascual Madoz, político y geógrafo del s. XIX:

«por lo montuoso y desierto de aquel inmenso despoblado, suelen ser crucero de contrabanditas y malhechores, lo cual es causa de que no se les tenga por muy seguros»

Y la tercera de Robert Semple, espía inglés durante la Guerra de la Independencia:

«Más allá -bien andado el camino entre Vejer y Algeciras- se eleva una cordillera de cimas calvas e inaccesibles en apariencia. Una de esas montañas, lugar de nuestro paso, lleva por nombre La Trocha, tan irregular en uno de sus tramos -a cuya izquierda cae un valle profundo- que el viajero se ve obligado a bajarse del caballo, a menos que sea de su completa confianza (…) Desde la base hasta la cima, el camino se encuentra en tal mal estado que parece formado por la huella de los animales sin la ayuda del hombre»

No hagan caso a estos decimonónicos tiquismiquis. Nosotros disfrutaremos de ese «mal estado» del camino,  repondremos nuestras cantimploras en un par de fuentes naturales, pasaremos al borde de considerables barrancos y torrenteras, pero con cuidado, y  nos internaremos por frondosos helechales…

Garganta del Capitán
Garganta del Capitán
Fuente natural en La Trocha
Helechos en La Trocha

… hasta que lleguamos al paso del arroyo de Botafuegos. Aquí, perfectamente, se podría acabar la ruta, pero nosotros decidimos continuar un poco más adelante, hasta llegar a la carretera de las Corzas, unos setecientos metros más arriba. Antes, eso sí, paramos a zamparnos el bocadillo. El fragor del agua era tan elevado que teniamos que hablar casi a gritos.

Salto de agua en el paso del Arroyo Botafuegos
Arroyo de Botafuegos
Hora del bocata

Cruzando el arroyo se accede al anteriormente mencionado Cobujón de las Corzas. En esta parte hay que prestar mucha atención a las señalizaciones si no nos queremos salir del camino trazado por otros compañeros senderistas. Aunque poco importa si nos desviamos; acabaremos saliendo a la carretera de las corzas. La Trocha, al parecer, pasaba junto al arroyo y se dirigía al puerto de los Alacranes, el punto más alto antes de empezar a descender hacia La Janda.

Nosotros nos desviamos buscando un claro en el bosque,  divisado antes en el Google Earth. Allí esperaba encontrar los restos de algun rancho, pues es sabido que en aquella zona vivieron varias familias en las décadas anteriores y posteriores a la guerra civil. Eran los Canales, los Ruchos, los Rojas … quizás la fotografía de abajo muestre la parcela de alguno de ellos.

Rancho en el Cobujón de las Corzas

Y bien, ya se despiden Los Trocheros, recomendádoos fervientemente que hagáis La Trocha, en mi opinión la ruta con más solera de las sierras de Algeciras. Un camino histórico, auténtico, popular, que nos pertenece a todos, aunque no lo conozcamos.

Como dije al principio, es dificil continuar por el trazado original de La Trocha a partir de este punto. Pasando el Puerto de los Alacranes entramos en el Cortijo de Ojén, dos fincas enormes que ocupan casi la totalidad del valle que termina en la carretera de Facinas-Los Barrios. El dueño de esta propiedad privada, por unos pleitos que tuvo si no me equivoco allá por 1996 con una  asociación ecologista, impide hoy día el paso por esas fincas.

De todos modos, y como ya me hecho unas tres veces esta ruta, he acabado impregnándome de ese aire bandolero y secuaz que adornan algunas crónicas referentes a este camino. Que me echen o no me da igual, pero ya me tengo prometido entrar un día de estos en esa finca y continuar La Trocha, pero eso será en otra caminata, en la que os invito a uniros a mi partida…

La Partida de los Trocheros

Continúa en:

¡Chistera chistera, la caminata está fuera!

14 comentarios sobre “La Trocha, nuestro camino

  1. hola juanma, tengo que decirte q tu blog es d lo mejorcito q he visto d nuestra zona, y yo que me consideraba algo conocedor estos montes…
    y encima resulta q eres vecino¡¡¡ pues nada, espero poder acompañarte en algunos d vuestros pateos.
    saludos
    emilio
    pd: las mayúsculas están estropeadas, x si t chocan en la vista los nombres

    1. Gracias Juan Emilio por tus generosas palabras. Si puedes te unes a la siguiente dCaminata, que será ya lo más seguro en enero. Por cierto, con lo de vecino ¿te refieres a que vivimos cerca o que ambos somos de Algeciras? Venga una saludo.

      1. yo no digo que no hicistiera lo que digo es que las casa no son las mismas,
        tan bien te comento que en lo poco que queda de las ruinas entre la casa y el
        campo de tiro debe de aber lo restos del cuarte militar y la iscricion del en blema de infanteria, en una foto aerea de1956 todavia sale el cuartel

  2. hola juanma, quiero comenta una cocita entre la foto en vejecida de la venta y la otra que sale los corrales ya casi de ribados ,ay mucha diferencia geografica del terreno.
    yo creo que la foto en vejecida pertenece a la casa que abia antes de llegar a la huerta de los mellizos que por los años 70 la utilisaban los militares en las maniobras del pampo de tiros

  3. Muy buen blog, he de decirte que hoy mismo he hecho sta ruta y me ha encantado. Unos paisajes preciosos, unas vistas preciosas y una historia increible!!

  4. Gracias por el blog. Dos veces me he extraviado en el tramo que va desde el ventorrillo de la Trocha hasta el Puerto del Viento. Logro conectar con un sendero pero éste me lleva a una zona de maleza en donde no puedo progresar más. Podrías indicarme algún truco o referencia. Muchas gracias

Deja un comentario