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Torre del Rayo y Torrejosa: Centinelas de Puertollano


(Artículo publicado en el nº 48 de Al LÍMITE: Revista alternativa de montaña. Publicada por mi colega Garry. Este número y otros se pueden descargar en formato PDF desde este enlace en su web: BETIJUELO)

Torre del Rayo

            Hoy día no hay mucho tráfico en la CA-9210, una humilde carretera comarcal en el sur de la provincia de Cádiz, apenas un centímetro a escala en el mapa de carreteras oficial de España. Pocos son los coches, personas y animales que en la actualidad recorren sus 18 kilómetros de punta a punta. Sin embargo, no ocurrió así en el pasado.

            Quien hoy se adentre en ella desde la N-340 a la altura de la playa de los Lances, es probable que vaya a visitar el Santuario de Nuestra Señora de la Luz, o que viva en una de las aldeas del campo tarifeño: las Caheruelas o Puertollano. O tal vez su destino sea Facinas, una entidad local dependiente de Tarifa pero a la que todos los que la conocemos y queremos consideramos simplemente un pueblo. Vaya a donde vaya, que sepa y se admire el caminante o viajero que circula por una vía histórica, utilizada desde la más remota antigüedad por los diferentes pueblos que han visitado nuestra península. Cartagineses, romanos, bizantinos, visigodos; todos ellos tomaron en algún momento esta dirección para penetrar en el interior de Andalucía. También, y en mayor medida, las dos culturas que más nos han marcado como país y en la que nos centraremos: la musulmana y la cristiana.

            Tan variopinto tránsito circuló por el actual Puertollano, que como su mismo nombre indica, ofrecía con sus 115 metros de altura pocas dificultades de paso a ejércitos y viajeros. Testigos pétreos de este movimiento fueron la Torre del Rayo y la Torrejosa, dos viejos centinelas que pese a los achaques de la edad afortunadamente siguen aún medio en pié, luchando contra el olvido, para contarnos sus vidas y batallas.

Puertollano desde las proximidades de los Tornos

           Si les preguntamos por su edad no sabrán por desgracia qué respondernos. Y es que algunas ruinas han conservado ese pudor para acrecentar su misterio. Los historiadores y arqueólogos que se han aproximado a estas dos torres no han encontrado referencia escrita alguna que las ubique temporalmente con cierta seguridad, y tampoco se han realizado labores arqueológicas con esa intención. La hipótesis mayoritaria apunta a que son de etapa islámica, tanto por su tipología como por su relación con otras que sí parecen tener ese certificado de autenticidad islámico. La minoritaria apuesta por que sean construcciones realizadas ya inmersos en la ocupación castellana, y en esto los entendidos ponen más el punto de mira en la Torrejosa. Nos vemos obligados pues a hacer una marca o mella en esa línea temporal: la conquista de Tarifa en 1292 por Sancho IV. Si son musulmanas o cristianas hay que mirar para un lado u otro. Con independencia de sus dueños estamos hablando de edificios con siete siglos mínimo a sus espaldas.

            ¿Y si les preguntáramos por su función, por el fin para el cual fueron levantadas, qué nos contestarían? Algo más, con suerte. La del Rayo y la Torrejosa son torres almenaras o vigías, eslabones de la cadena de vigilancia y alerta que defendían la ciudad de Tarifa y su territorio atlántico. Mediante ahumadas en sus terrados transmitían las señales de peligro o de ataque, ya sea en un sentido u otro.

          Nuestras almenaras las trasmitían hacia el interior de la provincia; del otro acceso marítimo a la ciudad del viento se ocupaban la conocida Torre de la Peña y otra ubicada en Valdevaqueros. Ambos frentes formaban en realidad la primera línea defensiva de Tarifa; la siguiente serían sus murallas. Son por lo tanto bastiones para la defensa y control de un territorio, y quizás una de ellas, en concreto la Torrejosa, cumpliera además una función residencial, y fuera morada más o menos estable de un hipotético y desconocido señor de esas tierras.

Mapa de la zona

              Todos sabemos que los topónimos de Conil, Vejer y Jimena han conservado la coletilla medieval “de la frontera”, como alusión a que en su día lindaron con el Reino de Granada, pero ¿Y Tarifa, ha conservado ese apéndice? Según Martín Bueno Lozano, que fuera sacerdote e investigador de nuestra Historia local, sí, esa es su denominación oficial, pues así se indica en unos legajos conservados en el ayuntamiento: Tarifa de la frontera. Y vaya si lo fue, hasta que el empuje castellano no arrastrara esa frontera hasta Algeciras con su conquista en 1344. Tierra de peligros y batallas sería la campiña tarifeña, tanto que a los que osaban venir a repoblar se les eximía prácticamente de todos los impuestos de la época. Castellanos y norteños aguerridos; hombres que vivían “al límite” y que manejaban la azada y la espada con la misma efectividad y destreza.

            Aún podemos exprimir y sacar más jugo a la toponimia del lugar. Las dos estribaciones que franquean este modesto paso de montaña que es Puertollano son las sierras de Saladaviciosa y Saladavieja, al sur y al norte respectivamente. La etimología, esa especie de llave que nos abre el cofre del pasado, nos cuenta que el término “salada” proviene de “celada”, es decir, emboscada, ataque por sorpresa al enemigo. De este modo se han fosilizado estos términos medievales, para recordarnos que tanto Saladavieja como Saladaviciosa eran lugares idóneos para acechar a los pobres incautos que pasaran por Puertollano. Unos cuantos kilómetros más al oeste nos encontramos con otro monte con una denominación muy sugerente: La loma de la carrera del turco. Y donde se lee turco léase también moro, berberisco, nazarí; y póngase en el contexto de las incursiones piráticas, de esas “carreras” y cabalgadas en busca de botín, sobre todo ganado y rehenes por los que luego se pedirá rescate.

Puerto Llano desde la Torre del Rayo

        La Torre del Rayo es de planta cuadrangular, el tipo más común en nuestro Medievo, y de acceso a nivel del suelo. Estas dos características serán las principales diferencias con las torres almenaras del litoral edificadas ya a partir del s. XVI, que podían adoptar forma cónica y poseer un acceso elevado para dificultar el asalto. En cuanto a medidas podemos hablar de unos 6 metros de lado y quizá originalmente unos 10 de altura. Y en cuanto a elementos arquitectónicos destacables que se hayan conservado, por desgracia sólo las pechinas, donde descansaba la bóveda, y una estrecha escalera interior. Y es que, como se puede observar en las imágenes, los años no han pasado en balde por el anciano pero rudo vigilante. Lo primero que quizás nos llame la atención es la gran brecha abierta justo arriba de la entrada principal y que parece dividir en dos la estructura. Una fea cicatriz a todos los efectos. ¿Será por este detalle por el que se la llame del Rayo, como dando a entender que su estado se debe al impacto de uno de ellos? Quién sabe, lo cierto es que en las cercanías también hay una garganta con el mismo nombre, lo que complica más la cosa y hace preguntarnos ¿qué nombre fue antes, el de la garganta o el de la torre?

Torre del Rayo

         Para visitar la Torre del Rayo tenemos dos opciones. La primera, llegar en coche desde la N-340, y aparcarlo más o menos en el kilómetro 11 de la CA-9210, donde nos encontraremos con un cruce desde el que parte, a mano izquierda, una pista de tierra que conduce a las Casas de Puertollano. El lugar es fácilmente reconocible pues en el mismo cruce los paisanos de esta aldea tienen habilitados sus buzones de correo. La torre nos está esperando en la cima de un monte, a unos escasos 800 metros. La segunda opción es más interesante pues consiste en conquistarla partiendo desde Facinas. El coche lo podemos dejar en la Plaza de España, donde se encuentra la Iglesia Parroquia de la Divina Pastora, de mediados del siglo XVIII. Tomaremos la pista que nos lleva al lugar conocido como las Cabrerizas, conjunto de casas a las afueras de dicha aldea. Desde este punto continua una vereda que se interna a media altura en la sierra de Saladaviciosa en dirección sureste, y que tras unos 5 kilómetros y medio nos deja directamente en la Torre del Rayo. Antes de llegar a ella habremos atravesado cuatro hermosas gargantas: la de Mariano, la de Roque, la del Huerto y la del Helechoso. Si es cierto el dicho de que una imagen vale más que mil palabras, la panorámica que gozaremos desde este sendero resume todas las de este artículo.

La Torrejosa

            La Torrejosa es harina de otro costal. Llamada también del Pedregoso, como la finca donde se halla; o Torregrosa, siendo este en mi opinión el nombre que mejor la define, pues nuestro centinela es de proporciones “gruesas” y casi dobla en tamaño a su compañera y al resto de torres vigías de la zona. De uno 12 metros de lado, su altura original, ya que también se encuentra desmochada, hemos de suponerla superior a los 15. Las medidas del grosor de los muros también son considerables: más de 2 metros, y el interior ocupa unos 20 metros cuadrados. Esta singularidad en cuanto a su dimensión, más los finos elementos decorativos que hallaremos en su interior, es quizá el motivo que lleve a apostar a Ángel Sáez Rodríguez, uno de los historiadores más versados en estas construcciones, a que la Torrejosa sea un donjón castellano. El donjón, término francés por el que se conoce a las torres de homenajes, habría que entenderlo en este caso como una especie de castillo reducido a la mínima expresión, y cumpliría las funciones de defensa y control del territorio y además, como ya se dijo antes, haría de residencia del amo de esas tierras. Esa es la sensación que se tiene cuando se visita esta torre, la de pensar que no sólo fue habitada por soldados. El dintel trapezoidal de la entrada, el pasillo abovedado de acceso, las estilizadas pechinas, las puertas interiores donde se alternan ladrillos y piedras y los dibujos decorativos grabados entre sillar y sillar, invitan a suponer una ocupación familiar. La Torre de Botafuego, en los Barrios, es con la que guarda mayor semejanza, salvo en el tamaño. A ella podemos acudir si queremos hacernos una idea aproximada de cómo sería la Torrejosa, y también la del Rayo, cuando aún la decadencia no se había cebado en ellas.

Torrejosa

         Dejo para el final un elemento ornamental que creo resume esta argumentación, y que además añade un toque más de misterio a la Torrejosa. Se trata de una estrella de David (de 6 puntas) que corona la bóveda de un reducido habitáculo que antecede a la escalera interior. No, no se trata de la estrella de 5 puntas del islam, el también llamado pentagrama que para los musulmanes representa los cinco pilares de su religión. Es la estrella de ese otro pueblo que habitaba en esos tiempos la península: los judíos. Pero ¿qué pinta este símbolo en esta torre? ¿Es una especie de firma del constructor? ¿Es un emblema del origen de los propietarios? ¿Es sólo un capricho estético?

Estrella de David en el interior de la Torrejosa

Interior de la Torrejosa

            La Torrejosa, además de controlar el acceso a Puertollano, controlaba también el acceso y la salida del Valle de Ojén, otro pasillo natural que comunicaba con la Bahía de Algeciras desde tiempos inmemoriales y por donde transcurría la calzada romana llamada Vía Heraclea, proveniente de Carteia, en el término municipal de San Roque. Nuestro voluminoso centinela tenía trabajo extra. Y más lo tendría en la actualidad si quisiera preguntar por su estado de abandono y desconocimiento. Y es que señores y señoras del 2011, la Torrejosa, que mínimamente hunde sus raíces en el siglo XIII se siente discriminada y con razón; al contrario que el resto de torres almenaras de nuestra tierra, no está ni reconocida oficialmente ni catalogada como Bien de interés cultural en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz de la Junta de Andalucía. ¿Por qué? Habría que ser algo más que arqueólogo e historiador para contestar esta pregunta, pero lo cierto, lo incomprensible, es que la Torrejosa tiene a día de hoy perdida esa batallita.

            Quien quiera conocer esta torre deberá tomar la CA-7200, que parte de la N-340, en el kilómetro 65.5. Pasaremos por Vico, la parte baja de Facinas, por delante de los restos de un antiguo acuartelamiento, por el área recreativa de los Tornos, y llegaremos al fin al Caserío del Pedregoso, a unos 7 kilómetros desde que tomáramos esta carretera comarcal. El caserío del Pedregoso es un hermoso cortijo; junto con el de Ojén, de los más antiguos del lugar. Frente a él hay una cancela, y una vereda que nos lleva directamente a la cima de este monte con una silueta piramidal casi perfecta. En ella, a 232 metros de altura, se levanta la Torrejosa. Aunque la cancela no está cerrada con candado, se aconseja antes pedir permiso en el cortijo, pues se trata de una propiedad privada.

Puertollano desde la Torrejosa

        En sus años mozos, ambas torres verían pasar por Puertollano a las mesnadas del rey que quizá más contribuyó a la expansión del reino castellano por nuestra provincia: Alfonso XI. Contando como base de operaciones con las ciudades de Sevilla y Jerez de la Frontera, y enlazando con Medina Sidonia, Alfonso el Onceno nos honraría con su visita en varias ocasiones antes de la conquista de Algeciras en 1344. Al cabo del tiempo este trayecto sería conocido como el Camino Real. Si tenemos en cuenta que el ejército que movilizó para tal fin ascendía al principio a unas cinco mil personas y unos dos mil quinientos caballos, y que este tipo de campañas solían hacerse en verano, habremos de concluir en que el agua y los pastos eran las primeras necesidades a solventar. Desde Puertollano hasta Tarifa no solía haber problemas, pues numerosos son los arroyos que bajan de las sierras cercanas, y dos los ríos principales en ambas vertientes: el río Almodóvar y el río de la Jara. No habría de extrañarnos pues que uno de los campamentos de marcha de estas incursiones lo realizaran en un lugar próximo, en la actual área recreativa de los Tornos, a escasos kilómetros de Facinas.

       Para concluir, sólo insistir en lo que ya habrá comprobado el lector. Los que somos aficionados al senderismo, a la bici de montaña, y amamos la naturaleza estamos de suerte con Puertollano, con este paso de montaña, con este valle que se acaba difuminando en la comarca de la Janda. A nuestra disposición, aparte de las visitas a ambas torres, tenemos tantos senderos o caminatas como seamos capaces de trabajarnos, ya que es un paraje generoso en veredas y pistas forestales. Y reinando por encima de éstas, al menos en longitud, disponemos del sendero de gran recorrido conocido como GR-7, que cruza España entera desde Tarifa hasta Andorra. Sí, por aquí pasa, como no podría ser de otra forma ¿Quién se atreve a andarlo y hacer historia? Que seáis muchos los valientes, pero sabed que ya sea que estéis partiendo o acabando el camino, las torres del Rayo y la Torrejosa os estarán vigilando.

  

 

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